Las adaptaciones a la gran pantalla de personajes de cómic han vivido un auténtico boom en los últimos años, coincidiendo –aproximadamente– con el cambio de siglo. Diversas son las razones que explicarían este hecho pero, entre ellas, se puede destacar por un lado la crisis de ideas que caracteriza hoy a la industria de Hollywood, especialmente en lo que se refiere al cine que podríamos considerar de acción, aventuras o ciencia ficción y, por otro lado, la eclosión de la era digital y su generalización en el campo de los efectos especiales, que ha hecho posible lo que hasta ese momento se hacía muy difícil: representar, de forma mínimamente creíble, los poderes de muchos de los personajes. Finalmente, otro elemento que ha contribuido ha sido que finalmente los héroes Marvel despertaron el interés de las grandes productoras, de manera que los proyectos sobre personajes de la franquicia (Spiderman, X-men, 4F, The Punisher, Hulk…) empezaron a proliferar, uniéndose a los ya habituales de la otra gran compañía de comic book americano, la DC cómics, con buques insignia como Batman o Superman.
Lamentablemente, como siempre en todo, cantidad no significa necesariamente calidad, y entre la multitud de películas basadas en personajes de comic que se han hecho en los últimos años, al margen de algunas pocas perlas, nos encontramos en la gran mayoría de los casos con películas de una calidad más que discutible. Y no solo des del punto de vista de la mayor o menor fidelidad respecto al original, sino teniendo en cuenta, sencillamente, su calidad como películas.
Una de las primeras películas en estrenarse, dentro de esta nueva ola, fue Daredevil. También conocido como el hombre sin miedo, es uno de los personajes más populares de la Marvel, considerado en buena parte como “de culto”, ya que ha protagonizado algunas de las historias más memorables del género de superhéroes, muchas de ellas con guión de Frank Miller (autor también de otros cómics adaptados al cine como Sin City o 300), con sagas como "Born Again", “Daredevil: Love and War” y Elektra: Assassin, buena parte de ellas relacionadas con el ambivalente personaje de Elektra (una asesina ninja).
La película, en este sentido, narra las andanzas de Matt Murdock, el alter ego de Daredevil, un abogado que quedó ciego por culpa de un accidente relacionado con residuos radioctivos, pero que tiene los demás sentidos hiperdesarrollados, incluido un sexto sentido que le funciona a modo de radar, así como su encuentro con Elektra, de la que se enamora, con Kinping, el capo de la mafia de Nueva York, responsable de la muerte del padre de Murdock, y con Bullseye, asesino a sueldo de Kingping, que se caracteriza por su puntería con todo tipo de armas arrojadizas.
Tengo que decir que pese a que no se trata de una gran película, quizás por ser una de las primeras que se hicieron, en su momento no me desagradó del todo. Quizás pudo más en mí, en este sentido, la ilusión de ver una película sobre personajes del cómic, y como estos cobraban vida en la gran pantalla. Una ilusión que después, a medida que he ido viendo más películas de este tipo se ha ido tornando en hastío, al ver lo malas que llegaban a ser algunas de ellas. Quizás la película no me disgustó también porque, lo tengo que reconocer, no soy un lector habitual de Daredevil, y aunque conozco al personaje, y he leído algunas de sus aventuras, no conozco la trayectoria del personaje con excesivo detalle.
Como elemento más destacable de la película me quedaría con su ambientación, que respeta el tono oscuro que ha caracterizado al personaje, y en la que se refleja buena parte de la iconografía de la etapa más aclamada de Miller, en la que abunda la simbología propia de la religión católica.
Lo peor sería sin duda la adaptación de los personajes y cómo los actores se desempeñan en ellos. Ben Affleck no convence en ningún momento, ni como Matt Murdock ni como Daredevil. Jennifer Garner, una chica la verdad que muy guapa, pero que tampoco da el pego como Elektra (ni siquiera va de rojo, cosa que sí hizo después en el spin off del personaje que se rodó). Llamadme sentimental, pero como Elektra yo siempre me quedaré con Luz Casal, que en algunas de sus actuaciones en televisión havia aparecido caracterizada como el personaje. Respecto a Kingping (Michael Clarke Duncan) baste decir que el Kingping de los cómics no es negro! Y ni tan siquiera Colin Farell, un actor que suele caracterizarse por sus buenas actuaciones, tampoco llega a lucirse demasiado en esta película, con el papel que le dan.
No falta, eso sí, el habitual cameo en este tipo de películas de Stan Lee, el autor de la mayoría de los personajes clásicos de Marvel, esta vez interpretando a un despistado señor que se dirige a cruzar la calle leyendo el periódico y que es salvado por un jovencito Mathew Murdock. También he leído que hay un cameo de Frank Miller pero no lo he sabido ver.
Quizás, a modo de colofón, lo que más define mis sensaciones respecto a la película sea el hecho de que, pese a que en su momento la cinta no me disgustó, la verdad es que no ha pasado, en mi caso, la prueba del tiempo, de manera que tengo que reconocer que a la hora de escribir esta crítica no recordaba demasiados detalles de ella, teniéndola que revisionar. Quizás lo que más ha quedado de la película, en este sentido, ha sido la banda sonora, especialmente la canción de Evanescence, “Bring me to life”. Como se suele decir, cuando lo que más te ha quedado de una película es la banda sonora, señal que la película no te ha gustado demasiado.
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