Esta semana me pongo a los mandos de una crítica a par, y no precisamente con una película cualquiera, sino con la ganadora del Óscar 2011 a la mejor película (entre otros): El discurso del rey.
Para mí es, sobre todo, una historia de superación. La historia de cómo el pobre Bertie se supera a sí mismo y toda la serie de adversidades que van sucediendo a su alrededor y que le van salpicando. La historia de cómo una persona supera sus temores y se enfrenta a ellos, aunque para ello haya que retroceder a hechos del pasado algo…desagradables.
Pero no sólo de superación va la cosa, también de amistad. De cómo un miembro de la familia real se hace amigo de un plebeyo al que contrata para superar un problema del lenguaje y encuentra en él algo que nunca fue capaz de encontrar en su mundo de lujos: amistad.
La verdad que la película me ha gustado mucho. Desde la banda sonora a los planos del director que nos hacen ver los objetos causantes del terror de Bertie: Los micrófonos. Otra cosa que me ha dejado muy buen sabor de boca es el juego que se hace con Bertie y Logue, o más bien con sus personalidades contrapuestas. El siempre serio y responsable Duque de York con el divertido y a veces caradura Lionel Logue.
Por último quiero destacar el papelazo que hace Colin Firth en la película. Me ha impresionado como se ha metido en el personaje, consiguiendo que sintamos la angustia del protagonista cuando tiene que hablar y se traba, su frustración por no ser lo que los demás (especialmente su padre) quieren que sea. Su vergüenza en los actos públicos por su tartamudeo…Ha conseguido ponerme en tensión en la butaca esperando que de esa boca de la que solo salían ruidos inconexos saliera una palabra o una sílaba.
Como he dicho anteriormente me ha gustado, y creo que habría que verla aunque sólo sea por la interpretación de los actores.
Monis
Puntuación 7,5.
El triunfo de la superación y la constancia.
Hacía muchísimo tiempo (desde Navidad, parece que haga un siglo), que tenía pendiente este discurso y por fin la semana pasada encontré un momento para ir a verlo. Para empezar tengo que decir que es una gran película y que, ante todo, es un excelente trabajo de actores. Aún así me dejó un cierto regusto amargo, quizá por las circunstancias: si se había llevado el Oscar teniendo a Black Swan como rival, tenía que ser una peli de once. Y es muy buena, buenísima, pero no es de once, de ahí mi pequeña desilusión.
El argumento de la película es de sobras conocido, Alberto Federico Arturo Jorge de Windsor, Príncipe de York, segundo hijo del Rey de Inglaterra, tiene un pequeño problema de habla que le impide desempeñar sus obligaciones con soltura. Durante años ha contratado doctores diferentes y probado terapias de lo más absurdas que, obviamente, no le han servido de nada. Casi perdida la esperanza, su tenaz mujer acude a Lionel Logue, experto en problemas de habla, que empezará a tratar al futuro Rey con unos métodos un tanto curiosos y chocantes para la sociedad de la época y, por supuesto, para el protocolo real, pero que poco a poco dará su fruto. A través de sus progresos y sus tropiezos, avanza la historia de este personaje que después de la abdicación de su hermano se convertirá en el Rey George VI.
La historia del Rey es una historia de superación, de demostrar que casi todo, con la ayuda adecuada y el tesón suficiente, se puede superar y que no hay que tener tabús a la hora de reconocer un problema. En ese sentido podríamos decir que es el opuesto absoluto a Black Swan y quizás por eso, por ser una historia más amable, convenció a la siempre conservadora academia por encima de su competidora.
Pero, como he dicho antes, esta película es sobretodo y ante todo un alarde de talento por parte de sus intérpretes. Colin Firth borda su papel, es un perfecto príncipe superado por las circunstancias y desesperado por la incapacidad de superar su problema y es un estupendo Rey Jorge, estandarte de la resistencia en la 2ª Guerra Mundial. Él se llevó el premio, pero ahora me falta entender porqué Helena Bonham Carter, impresionante en su papel de Duquesa de York, no. Y por supuesto, porqué un inconmensurable Geoffrey Rush también se quedó a las puertas de un Oscar que yo hubiera jurado que llevaba su nombre. Para averiguarlo tendré que ver “The Fighter” (que para qué negarlo, no me apetece nada) y comprobar que realmente Christian Bale y Melissa fueron mejores (sobretodo tengo dudas con ella).
Os emplazo a la crítica de la semana que viene para que lo descubráis conmigo (si no lo sabéis ya).
Reichel
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